If you have to say goodbye, a stretch of water is a good place. At the shore begins a new medium, a new state of existence. In water, there is no place for living men, it´s no longer our territory, but we can still see inside. There is a last optical connexion with the things that are in water. But the water will carry them away, move them, rust them, change them. In such a manner the waters edge marks the boundary, the moment of the intermediate state, in the sense of a Tibetan Bardo. It separates the moment in which we still love from the moment of letting go, of forgetting. What we loved, we rely on the water. The flowers that we throw into the water, are a symbol of our strong feelings, the coins in the water are symbolic of the accomplishable desire that they may return.
Si se tiene que decir adiós, una orrilla de agua es un buen lugar. En la orilla se inicia un nuevo medio, un nuevo estado de existencia. En el agua, no hay lugar para los hombres que viven, ya no es nuestro territorio, pero todavía podemos ver el interior. Hay una última conexión óptica con las cosas que están en el agua. Pero el agua se los llevará, va a moverlas, oxidarlas, cambiarlas. De tal manera que el borde de agua marca la frontera, el momento del estado intermedio, en el sentido de un Bardo tibetano. Separa el momento en el que todavía amamos, en el que todavia estamos conectado desde el momento de soltar algo, de olvidar. Lo que nos encantó, nos basamos en el agua. Las flores que nos tiramos al agua, son un símbolo de nuestros fuertes sentimientos, las monedas en el agua son un símbolo del deseo incumpliendo que podrian regresar.
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